Era diciembre de 1990; acababa de dar comienzo una nueva década y el rock mexicano -y latinoamericano también- se encontraba en un punto álgido de efervescencia y Caifanes figuraba en lo más alto del burbujeante ascenso. En esos días ya tenían publicado su primer álbum homónimo (1988) y acababa de salir, meses atrás, El Diablito (1990). Así que el repertorio en sus directos ya se basaba en dos producciones de su catalogo y fusionaba sus primerísimos clásicos con rolas nuevas que apenas estaban posicionándose en las preferencias de su público.
Entonces se metieron al Estadio de Béisbol Monterrey, con pocos meses de haberse inaugurado apenas, y le dieron vida a un concierto dentro del marco de la serie Rock de los 90s, en la que también participaron otros nombres importantes de aquella movida, tales como Fobia, La Maldita Vecindad, Los Amantes de Lola y Neón, entre otros. Pero en esta noche especial tocaba turno a Saúl Hernández, Alejandro Marcovich (recién incorporado), Alfonso André, Diego Herrera y Sabo Romo, quienes consintieron a su creciente base de fans con un set que duró casi 50 minutos. Y aquí queda el registro de lo acontecido:
Jaguares: una metáfora de desprecio o un místico manifiesto político
CATEGORÍAS