Aplausos para Billy Idol, leyenda viviente del rock, punk y new wave que acaba de lanzar su nuevo disco de larga duración, en un año en el que además se discute su inclusión al Salon de la Fama del Rock ‘n Roll y en el que se estrenará su documentla definitivo, Billy Idol Should Be Dead (ver detalles). Sí, parece que es un 2025 redondo para el músico y cantante británico.
Con nueve canciones apenas, Idol sigue exhibiendo su aura y su carisma en su estilo vocal, y con una frescura instrumental que hacen de su rock-pop uno con timbre moderno y vigente. Si bien es cierto muchos de sus coros y versos suenan a cliché melódicamente hablando, el señor todavía tiene cosas que ofrecer en una producción que debe entenderse como un todo, en lugar de buscar picos climáticos esporádicos.
Los más exigentes podrían decir que no cuenta con un hilo conductor sonoro, ya que parece que el disco es una mezcla de estilos diversos, sin embargo, la línea que conduce el camino es esa irreverente -y cada vez más madura- capacidad lírico de Billy y su voz que encrudece pero no envejece: