ENOLA viene de Australia (Naarm, Melbourne). Su música es inquietante y punzante, pero al mismo tiempo cuenta con una vulnerabilidad emotiva que se contagia. Esta chica le mete limón a la herida para que arda y le recuerde que sigue viva, sintiendo, existiendo… Y con un instinto natural para mezclar el drama con la crueldad, grita desde los tejados mientras clava las uñas en las grietas del pavimento.
En sus primeras producciones notamos una actitud desafiante y un sonido súper contundente. El post-punk de sangre ferviente también se vuelve un canal de frenesí controlado y ejecutado con inteligencia. Cuando parece que todo se está derrumbando a nuestro alrededor, su música es como un bote en altamar del que puedes sostenerte para flotar y mantenerte a salvo. De igual manera, mientras la monotonía de la rutina te come los pies, estas rolas te sacarán de la zona de confort y te alzarán hacia otras direcciones de exploración.
Piensen en Joy Division y Asylum Party pero con la temperatura de Ramones, entonando cadencias en un cuarto oscuro, muy oscuro, con tan solo una ventana abierta por la cual se mira un horizonte lejano y prometedor. Sus pequeños trances de ruido, electricidad y atmósfera ártica hacen que el oyente se sacuda pensamientos que perturban, entonces el desconsuelo y la añoranza servirán de impulso para seguir adelante en busca de mundo más allá de nuestra percepción.
Hay que disfrutar de ENOLA cuando goza de acordes como latidos que desafían la inercia, de sus golpes de batería que parecen alaridos de resistencia en medio de todo lo cotidiano. Su arte sonoro es como una tormenta perfectamente orquestada: es visceral y melancólica en partes iguales. Es un refugio para todo aquél que busca algo más allá del eco en territorios ordinarios.
– Bandcamp
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