Janis Joplin es una figura auténtica que trasciende la música. Fue un genio indiscutible, figura de su generación y de las posteriores, y su legado como auténtica revolucionaria perdura hasta nuestros días. Su voz era poderosa, y combinada con su estilo de vida libre y rebelde la mantuvo siempre en boca de todos y, también, en el ojo del huracán por sus lamentables episodios de adicción con las drogas, una vida dura en su adolescencia que estuvo marcada por los abandonos, lo que tal vez ocasionaron padecimientos de angustia y depresión más tarde.

Pero desde cualquier perspectiva que se le mire, su figura icónica le hizo una de las voces más influyentes de la contracultura de los años sesenta no está en duda. Ella sigue siendo recordada por su talento excepcional y por su impacto en la nueva definición de los roles de las mujeres en el arte y la sociedad, aunado a su pasón y locura desbordante que, como decíamos, la mantuvieron constantemente en las controversias y altercados, sobre todo considerando la época a la que perteneció.

Uno de los últimos episodios que en su momento fueron «escandalosos» de Janis Joplin fue patrocinado por la revista Trip de Brasil, país que la Bruja Cósmica visitó en 1970, precisamente las playas de Copacabana, Río de Janeiro, para disfrutar de lo más lindo el carnaval y contemplar la playa al rayo del sol… y en topless.

Hay que tomar en cuenta que en esos tiempos Janis no era la persona más famosa en ese país que digamos, por lo que era una oportunidad perfecta para ella de «desconectarse» de la farándula y los serios problemas de drogas que le precedían, pero no precisamente del alcohol ni los fotógrafos que la siguieron para sacarle varias fotos que luego se volvieron polémicas, no porque en ellas se le veía bebiendo o rumbear por las calles y clubes nocturnos -algo que no debería sorprender a nadie dado su personalidad- sino por posar en la arena semidesnuda.

Fue el fotógrafo Ricky Ferreira el responsable de estas tomas. Él conocía bien la vida y trayectoria de Joplin y la describía como un genio que podía estar incluso drogada pero consciente de su papel como artista; y durante varios días quiso capturar esos momentos «salvajes».

Ocho meses después, Janis falleció por una sobredosis de heroína en su habitación en un hotel de Los Ángeles, California.

 


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