Este fin de semana ha visto la luz Frog in Boiling Water, el nuevo y esperado álbum de DIIV, con el que parece han subido revoluciones y encrudecido su sonido, para volverlo más orgánico y suciamente más adictivo.

La producción del cuarto disco de los neoyorquinos corrió por cuenta de Chris Coady, quien entendió que querían sonar más ruidosos y un poco más oscuros, al igual que más distorsionados y pesados, con melodías abrasivas y penetrantes y con el potencial de remover las vísceras de quien escuche.

Hay quienes aseguran en la crítica, desde ya, que es su mejor álbum; nosotros no dudaríamos que así lo fuera y por lo menos podemos garantizar que es uno de los mejores, uno de sus más especiales. Es perfecto para la introspección y la desolación que, lejos de producirte sensaciones de aflicción, irónicamente te reconforta.


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