Este fin de semana vio la luz Interplay, el nuevo disco de estudio de Ride, toda una institución del shoegaze que, en esta ocasión, lo dejan de lado por completo. Y no es que los británicos no hayan optado por sonidos y melodías fuera del género del ruido y la distorsión antes, pero tal vez nunca desde un nivel tan pronunciado como ahora, con mucho más luz y energía britpopera que nunca.

Son 12 rolas, todas compuestas durante buena parte de la pandemia del Covid-19. Esto quiere decir que estuvieron un buen rato ahí almacenadas, disponibles para que estos señores las revisitaran y moldearan a placer, hasta entregar el producto final con un set que se escucha fresco y sabe a evolución.

Tal vez muchos de sus fans más nostálgicos no van a digerir tan bien este sonido más pomposo y colorido del grupo, inclinado mucho más a la onda electrónica, pero otros -los seguidores más jóvenes seguramente- lo recibirán muy bien desde la primera escucha. Habrá otros que necesitarán de repetidas reproducciones para hacerse a la idea de que esta es una banda diferente, para bien o para mal, adaptada a nuevos tiempos y mutando de piel notablemente: