Hablar de Godspeed You! Black Emperor (originalmente conocida como Godspeed You Black Emperor!) es hablar de una de las bandas canadienses más importantes y reconocidas a nivel mundial; de unos de los grupos más introspectivos y melodramáticos de la escena alternativa y uno de los pilares fundamentales del denominado género post-rock. Es hablar de Efrin Manuel Menuck, una de las mentes más prodigiosas entre los músicos de su generación, un artista visionario de mente disidente y filosofía anarquista, explorador en los campos del rock progresivo, la psicodelia y la música clásica desde una visión avant-garde.
Es también hablar de frenesí precedido de una montaña rusa de sentimientos y emociones que provocan disturbios, insomnio, drama y profundos trances de cavilación. Así mismo, frecuentemente es hablar de Murray Ostril, un vetusto tipo que nos narra con franqueza y ternura historias del pasado, de otros tiempos mejores y más sencillos. A este lindo viejo de acento canadiense, que suena como a nuestro abuelo contándonos relatos de su niñez, lo escuchamos en la introducción de «Sleep», esta monumental canción de (poco más de) 23 minutos que GY!BE concibió para inmediatamente quedar registrada como su máxima pieza sinfónica y una de las composiciones más colosales en la historia del post-rock.
En este tema, Murray nos da la bienvenida con su débil y amigable voz. Su conmovedor monólogo -aparentemente tomado de una entrevista al azar en un parque, de acuerdo con varias versiones- atrapa nuestra atención desde el primer instante. Nos cuenta de aquellos días en los que la península de Coney Island era el punto de diversión más atractivo del mundo, incluso recuerda que una vez se perdió ahí cuando era niño, cerca del mar, cuando la gente solía dormir en la playa.
When I was very smallI even got lost at Coney Island, but they found meOn the, on, on the beachAnd we used to sleep on the beach here, sleep overnightThey, uh, they don’t do that anymoreThings changed, you seeThey don’t sleep anymore on the beach…
«Ya no duermen más en la playa…» es el último testimonio que el anciano Ostril declama como anhelo, con su garganta casi quebrada, como si el llanto lo acechara, metiéndonos en un irremediable estado de añoranza en el que la congoja y la nostalgia se toman de la mano para invitarnos a caminar con ellas en la oscuridad. Y entonces la odisea comienza…
Después de tantos años, no hay mucho que acá podamos agregar al cúmulo de testimonios y expresiones que han elevado a «Sleep» a un grado de culto para los amantes de los sonidos más teatrales y delirantes de la escena alternativa. Basta decir -sin ánimos de hacer spoiler a algún infeliz que todavía no la haya escuchado- que esta titánica canción se divide en tres capítulos interconectados: «Murray Ostril: ‘They Don’t Sleep Anymore on the Beach…'», «Monheim» y «Broken Windows, Locks of Love Pt. III», que, modificando intensidades y decibeles, cada uno a su manera alcanza distintos picos creativos y emocionales, como para mantener al escucha en lo más alto, para lograr la contemplación panorámica de ese siniestro escenario donde se ha mudado el inconsciente, alimentándose de la exaltación, la pasión y el desvarío.
Esta experiencia de ventitantos minutos es única, capaz de alterar el estado de conciencia que nos desconecta del aquí y del ahora. Dentro nuestro solo hay disposición para reflexionar sobre los rastros de nuestra existencia en las crueles e indescifrables mareas del tiempo que nos recuerdan que todos estamos condenados al olvido después de dormir. Y tal vez de eso se trata… quizá por esa razón este es el título de la obra.
Al final, al margen de dejarnos una corrosiva sensación que nos invade en los dilemas de la persistencia del tiempo que un día acabará con todos nosotros, Godspeed You! Black Emperor también enciende -en quien sabe escuchar- una luz que sirve de guía cada vez que nos perdemos en sus frondosos y terroríficos bosques por los que caminamos a lo largo del álbum Lift Your Skinny Fits Like Antenas to Heaven; una luz que nos ayuda a caminar entre la euforia de la tempestad eléctrica que sacude los cielos radiantes, que ilumina sutilmente la senda hacia esas playas vacías con mares quietos y silenciosos sobre los que vuelan aves que anuncian cantos de melancolía.
Tal vez esa luz es la que nos hace avanzar con un poco de tranquilidad porque sabemos que cuando el viaje termine Ostril Murray estará siempre esperándonos, para contarnos con esa nostalgia emotiva sobre aquella vez que se perdió en Coney Island.
CATEGORÍAS