Justo en esta etapa de la carrera del maestro Steve Kilbey, y desde hace unos años para acá, parece que los trabajos más recientes de uno de sus proyectos alternos más activos (Kilbey Kennedy) y su principal banda de siempre, The Church comparten una línea sonora que ha hecho que el cantautor inglés-australiano saque a relucir sus dotes líricos e instrumentales en los etéreos dominios del rock progresivo, con una idea del arte no precisamente vanguardista pero sí más cósmica.
Si consideramos los dos últimos elepés de Kilbey con Martin Kennedy y los dos últimos de Kilbey con La Iglesia (incluyendo el que nos ocupa hoy en esta reseña), notaremos una mayor inclinación hacia las guitarras exuberantes y la teatralidad de las canciones que, en casi todas las ocasiones, nos trasladan a horizontes fuera de órbita y en los que la imaginación se sacude el polvo de las estrellas para buscar ese camino de vuelta a casa, allá arriba.
Con este mismo estilo, en The Hypnogogue, el ahora quinteto navega con mucho aire a favor entre atmósferas frías, para contarnos la historia de una extraña máquina que funciona en los sueños más profundos de una mente con bloque creativo.
Les cuento: se trata del primer elepé que la banda -que ya tiene a Kilbey como único miembro original- reconoce como «conceptual» dentro de su discografía. Todo trata sobre un compositor allá afuera que aparentemente no puede crear más música nueva, por lo que acude a este extraño artefacto que extrae nuevas ideas melódicas de los sueños. Es a partir de esta premisa que surgen estos teclados ventosos y la exquisita fusión de cuerdas (recuerden que, con la incorporación de Ashley Naylor a la alineación, ahora hay tres guitarras) que nos remueven las fibras con sus sedosas y acuosas texturas. Por su parte, la serena y madura voz de Steven le da a la ecuación cierto grado de misticismo.
Temas como «C’est La Vie» o «I Think I Knew» muy tempranamente en la producción nos invitan a vuelos frágiles sobre mares flotantes sin tempestad alguna, para contemplar ese exquisito sentido de la melodía que invade todo el álbum. Luego, el track homónimo nos coloca en un spot más futurista pero no lejano de nuestra visión terrenal, sin embargo, aquí la banda suena más sofisticada y soberbia que nunca en sus años recientes, mientras las puntiagudas cuerdas eléctricas van picando sutilmente el alma.
Más adelante, baladas como «Aerodrome» y «No Other You» hacen gala de sus tempos lentos y su pulcro sonido que parece subir las emociones hacia picos más altos, sin la necesidad de subir sus decibeles. «Succulent» baja aun más las revoluciones en las percusiones y nos mantiene en un limbo en el que se incentivan ambiciones más espirituales para trascender con este himno a los cielos; y «Antarctica» pinta de colores el firmamento antes de la última escala del viaje, que nos posará en un rincón pacífico de este inmaterial mundo que hemos despertado en nosotros mismos.
Pensándolo bien, cuando hablamos de un legendario grupo como The Church con más de 40 años de trayectoria y 26 discos (¡increíbles números!), es normal que volteando a mirar aquellos primeros singles ochenteros ese perfil musical se sienta tan distante que ya ni siquiera se extrañe. En el camino ha habido muchas transiciones en mayor o menor nivel, y justo ahora -de unos años para acá como decía al inicio de este review- estamos experimentando la faceta más espacial y ensoñadora de los británicos. En The Hypnogogue reformulan la distopia y la endulzan en una obra fluida y consistente: están levitando, explorando y creando.
TRACKLIST:
Ascendence
C’est La Vie
I Think I Knew
Flickering Lights
The Hypnogogue
Albert Ross
Thorn
Aerodrome
These Coming Days
No Other You
Succulent
Antarctica
Second Bridge
Me suena a:
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