De Los Ángeles, California para un mundo ávido de buenas nuevas y frescura aun en tiempos oscuros: Provoker, es la banda de New Wave para tiempos nuevos, de Post-Punk de luz para días de penumbra que se dispersa en el viento. Así lo establecieron originalmente Christian Petty y Jonathan López, responsables originales de esta música igual de reconfortante que romántica, y que va a sanar algunas heridas internas que ni siquiera sabías que tenías.
Desde el 2015 tenemos registro de este ahora cuarteto, con ediciones de EPs, sencillos y LPs. El que elijan al azar los atrapará, se los garantizamos. Siempre con un estilo que respeta las bases de las fuentes genéricas de las que beben, su sonido pasa por retro y moderno dependiendo el punto de su evolución en el que nos topamos con el botón play. Rara vez con rolas instrumentales y en la mayoría de las ocasiones con guitarras eléctricas almibaradas y luego ondulantes, batacas programadas, y una voz que solo por su timbre pareciera traer malas noticias, sin embargo su lírica no siempre suele ser espectral.
Digamos que este grupo se las ingenia para afilar garfios pop con una estética siniestra. Así alcanzan equilibrio regularmente en líneas bien delgadas entre los campos donde se conciben las canciones depresivas o pesimistas y en los que encontraremos otros cortes de más euforia e ilusión.
Conceptualmente han llegado a proyectar entidades conectadas a videojuegos de terror que con niveles ascendentes en intensidad, como por ejemplo ocurre en su más reciente disco de larga duración (Body Jumper, 2021). Cada transición genera una acumulación de tormentos que parecen ir moldeando la personalidad del usuario, poco a poco. Digamos que la tensión es creciente, pero de manera sutil. La derrota, la confusión y el caos se controlan y en ningún momento amenazan la existencia; por el contrario, se vuelven retos que tienen como consecuencia la evolución, crecimiento.
Sin duda Provoker cuenta con una estética instrumental bien definida, pero sentimentalmente es donde generan desconcierto en el escucha, a propósito, claro. De la angustia damos un salto a la jovialidad y de repente el negro se vuelve azul. La oscuridad encuentra entradas de centellas de luminosidad como delgadas líneas que espían dentro de una cueva. Y en esa dualidad podemos avanzar y no va a ser tan fácil que quieran claudicar.
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