La banda canadiense, Sunglaciers se metió en lo más underground del mundo no precisamente buscando ciudades ocultas ni seres misteriosos o tenebrosos, sino para experimentar en el fondo de la oscuridad con sus fórmulas psicodélicas adheridas al pop, con un poco de dosis tenues de post-punk (e indie-rock) revivalista que dieron como resultado Subterranea, su más reciente LP.

Lejos de tener como resultado un sonido denso, estos chicos de Calgary pegan contundentemente con ganchos melódicos accesibles, muy contagiosos para el tímpano. Además, Evan Resnik y Mathieu Blanchard buscan radiación optimista desde allá abajo, necesarios en la escena indie para estos tiempos de incertidumbre en el mundo. 

Las líneas de bajo son fulminantes y los sintetizadores vienen oscilantes, con atmósfera detrás como para imaginar distintos paisajes arriba, fuera de las cloacas. Las percusiones nos mantienen activos y motivan una danza adormilada, sometida. Si quisiéramos buscar referentes contemporáneos a su estilo podríamos pensar en una revoltura dentro de una licuadora con componentes de BEAK>, Movie Club y SUUNS. ¿Se imaginan?

Lo que esta banda demuestra en este set de 13 canciones es que no caen en la tentación perezosa de la monotonía, tampoco en la simpleza ni una zona de confort constante que brinda la música electrónica, de repente. Por el contrario, se las han ingeniado para presentar un álbum redondo, colorido, con elevaciones y descensos regulados y premeditados, y un vaivén emocional que nos mantiene entretenidos durante toda la fiesta subterránea. Su música es cálida, jovial y de la misma manera inteligente. Y esa siempre será una buena combinación para un álbum, independientemente de su género o su estilo.

 

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