No es común encontrarse con bandas cuyo sonido sea tan difícil de categorizar pero que al mismo tiempo su estilo sea tan adictivo o, cuando menos, llamativo para todos esos oídos inquietos que siempre buscan propuestas extravagantes. Summerhead califica en este apartado, gracias a los estilos diversos que conjugan sin mayor esfuerzo desde un estudio rudimentario de donde se fabrican pequeños himnos de baja fidelidad.
Este trío tiene componentes humanos que no siempre se encuentran en el mismo lugar físico (en tiempos pandémicos, menos). Intercambian ideas, componen y a veces graban a la distancia. Y cuando se reúnen, cosas extraordinarias suceden. Mike Lannatto, Nicholas Fit y Gray Gordon tienen cada uno proyectos musicales por sus cuentas, por eso parece que cada uno trae semillas de todas partes y las cosechan en una misma pradera: así elementos del pop, shoegaze, dreampop, del trip-hop, el slowcore y también del space tock germinan de una sola raíz.
Algunas rolas de sus primeras producciones parecen como toxinas benévolas para el tímpano; como alquimia para un veneno que no mata pero sí adormece los sentidos. El surrealismo se vuelve conductor de los pensamientos mientras las ondas sonoras se mueven en espiral junto al polvo del aire. Una cosa linda de chula, para los amantes de la música lo-fi con melodías agridulces.
Hay mucho que exprimirle a este proyecto.
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