Anders Trentemøller apelando a la memoria para viajar a través de la línea del tiempo, perdido voluntariamente en los lapsos y el espacio. Y es que de acuerdo a la cosmovisión del compositor y productor danés, el romanticismo escasea en estos tiempos modernos; el análisis y los procesos con un orden previamente establecidos han suplantado la naturalidad y la espontaneidad, así como el misterio de la vida misma. Y solo el arte, a través de su más bella manifestación que es la música (lo digo con corazón melómano), puede regresarnos a los manantiales más místicos de la inspiración, a reconectarnos con los enigmas en el origen de todo, donde y cuando los acertijos y las reflexiones cósmicas son lo único por delante. De esto se trata Memoria, su sexto álbum de estudio: un éxodo espiritual a un plano paralelo, buscando lo que aquí ya hemos perdido.
Debemos establecerlo desde un inicio: esta es la obra más melancólica y surrealista que este cuate ha grabado en lo que va de su carrera. También es uno de sus discos más finos y mágicos, y es que en este desplanzamiento por la temporalidad y las estrellas Anders hizo converger varios mundos en una misma parábola, traducidos en experimentales fuentes musicales derivadas de los géneros dreampop y el synthpop en sus vertientes más teatrales. «Veil of White» y «No More Kissing In the Rain» (ambas con participación de Lizbet Fritze) lo establecen de inmediato; dan comienzo a la aventura colocando una alfombra sedosa para recibir a la tripulación. Enseguida un halo esperanzador se adueña del subconsciente y estas baladas funcionan como trances pasajeros que aumentan en el oyente la producción de la serotonina y disminuye la concentración intracelular. Luego, en un punto más visionario -mas no arriesgado- emerge «Darklands», totalmente instrumental y que profundiza en el sueño hasta elevarnos a un plano inmaterial. La energía casi religiosa que emana de este momento es hermosamente intimidante: imaginen a Ulrich Schnauss y Sleep Party People filosofando sobre nuestro lugar en el cosmos, y agreguen un poco de tempestad al clima que hace que sus palabras se pierdan en el aire. La ilusión se abraza con la nostalgia y así es como se sella uno de los mejores tracks del álbum.
«Glow» y la que sigue, «In The Gloaming» seducen con diferentes capas de ritmos y nos regresan a un estado mental un tanto más alerta pero igualmente sometido. En este punto no sabemos todavía que estamos tan solo en la escala previa a un importante giro en la odisea. El propósito del multi-instrumentalista danés no es tomarnos por sorpresa sino más bien proveernos de los estimulantes emocionales necesarios para dar el siguiente paso hacia lo desconocido.
Y entonces nos encontramos en el parteaguas. Esta partida se llama «The Rise» y con ella se podría estar patentando un estilo tan original que bien podríamos estar hablando de un sofisticado espécimen de electro-krautrock-space-pop con una energía mística tan penetrante que ni resistiéndonos vamos a evitar volar; pero ciertamente la intensidad se altera y las ráfagas de viento apuntan a volverse más frenéticas. Y de aquí en adelante sí que las cosas se vuelven más convulsivas. Llega inmediatamente «When The Sun Explodes» y la oscuridad se apodera de la atmósfera gélida que es testigo de una cabalgata espacial a toda velocidad, como intentando alcanzar asteroides en llamas. Este es otro corte instrumental que a su vez nos prepara para una nueva sacudida -cada vez más estremecedoras- que experimentamos ahora en la temperamental «Dead or Alive», llena de distorsiones y con una voz repetitiva y sepulcral que viene de otra dimensión. Su instrumentación -sobre todo en su línea de bajo muy post-punk- y sus frecuencias estarían haciendo guiños a las versiones más minimalistas de The Soft Moon.
Consecuentemente la rola «All Too Son» (nuevamente con Lizbet Fritze) enseña un timbre un poco (solo un poco) más orgánico y se debe a esa sólida guitarra que marca la pauta de principio a fin. Sus melodías también son las más accesibles después de las primeras dos canciones del álbum. Después suena «A Sumer’s Empty Room» que parece reproducida desde un empolvado vinilo, y funciona más como un interludio de efectos abisales y poderosos sintetizadores que nos cargan a un valle estelar perdido, como en la nada, en donde una mezcla irónica de paz e incertidumbre nos invade el alma mientras remembramos algunas de nuestras encrucijadas en el mundo terrenal. Y segundos después, «Swaying Pine Trees» nos conduce pacientemente a una inminente implosión de estrellas de la cual saldremos avantes para cruzar una frontera astral más. Así llegamos a «Drifting Star» que sonoriza la germinación de algo fantástico que está ocurriendo; no estamos seguros de qué sea, pero los suspiros que este tema provoca son alentadores y reconfortantes: es como estar feliz sin tener idea de por qué. Una bella confusión.
Y tal vez esa extraña sensación no era más que una premonición, porque esa felicidad se vuelve jubilo resplandeciente en «Like A DayDream», la canción shoegazer de Trentemøller. ¿Qué tal? Gracias nuevamente a la seductora voz de Lizbet Fritze que lo ilumina todo en el espacio, podemos observar esos destellantes colores que produce el movimiento de los átomos del universo, justo antes de iniciar el regreso descendente a casa. Para ello, necesitamos de una anestesia llamada «Linger» que nos mece entre el drone y el dreampop con guitarras tan cristalinas que pareciera que el mismísimo Robin Guthrie estuviera detrás de este hechizo sideral. Las campanas angelicales y disimuladas percusiones nos avisan que la travesía está cerca de su final, y que hemos regresado a salvo y con una nueva marca de por vida en nuestro interior.
Lo que Trentemøller logra en Memoria es algo que va más allá de la fantasía y la fascinación. Este debería ser su álbum conceptual por definición: emprende con él una búsqueda de la cual no solo nos hace parte sino que nos involucra profundamente conforme sus notas musicales nos envuelven en este manto cósmico. Una vez que alcanzamos cierto nivel de hipnosis nos alza hacia una introspección psíquica y emocional de consecuencias espirituales. Considerando que la memoria es uno de los cánones más importantes de la retórica, a partir de este pilar central rescatamos la esencia de nuestras almas como si de una recopilación de documentos del registro akáshico se tratara. Anders nos conduce de la mano hasta allá arriba, al punto de concentración y fundición del todo; y él mismo reconoce que sus capítulos sonoros no entrega nunca una narrativa completa pero sí deja la puerta abierta para que el oyente la culmine en aras de encontrar en estos un verdadero y trascendental significado.
Tracklist:
Veil of White
No More Kissing in the Rain
Darklands
Glow
In The Gloaming
The Rise
When The Sun Explodes
Dead or Alive
All Too Soon
A Summer’s Empty Room
Swaying Pine Trees
Drifting Star
Like A Daydream
Linger
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