Pond lanzó en este mes de octubre su más reciente disco de larga duración, simplemente intitulado 9. Es una producción más electrónica y digital para la banda australiana, que los forma en la misma línea que su prima hermana, Tame Impala comenzó a caminar desde hace algunos años.
Es verdad que este giro se siente hoy menos drástico para los de Perth, porque algo había de este sonido desde sus inicios. Sin embargo, debemos reconocer que lo han agudizado poco a poco. El sentido un tanto melodramático de sus mezclas que siguen flirteando con la psicodelia en distintos colores sigue siendo marca de la casa. De repente, también, se notan ciertas influencias synth-punk, aunque no muy fuertes como algunos de sus fans más exigentes lo podrían demandar. Y de una u otra manera, su música está vigente. No vanguardista precisamente, pero sí posada en el presente.
Algunos podrían argumentar falta de «corazón» y «sangre» en el disco, es decir, más energía y emociones que vuelvan a la banda más orgánica o ¿humana? Sin embargo, este es el nuevo paso kasabianesco que pretender dominar en las pistas para bien o para mal, y será solo cuestión de tiempo darnos qué tan lejos están dispuestos a llegar con estas ideas.
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