Una de las más grandes virtudes de Stuart Murdoch es la idoneidad para escribir reflexiones hechas canciones que parecieran ir dirigidas de manera individual a cada persona que las escucha. Esto sin duda le concede a su obra cierto grado de empatía con la que alcanza conexiones muy íntimas con sus fans, lo cual lo coloca en una categoría privilegiada en sus preferencias. Por eso Belle and Sebastian, la banda que comanda desde mitad de los 90s será siempre una de las más especiales de la música indie, de este y de todos los tiempos.
Tomando el nombre del libro para niños de Cécile Aubry (Belle et Sébastien), Stuart reunió en Glasgow a un pequeño ejército de amigos músicos para sonorizar todas sus historias en modo pop/folk, inspirándose en algunas bandas icónicas de los 60s y 80s, en la ola songrwiter, el rockabilly, el arte vintage, la nouvelle vague y en una incalculable cantidad de referencias literarias que enriquecen tanto su narrativa (casi siempre en tercera persona) al momento de abordar diferentes aspectos de la condición humana. La alineación desde sus inicios ha ido mutando, en su primera etapa destacaban Isobel Campbell, Stuart David y Mick Cooke; y se han mantenido e incorporado con el tiempo Sarah Martin, Stevie Jackson, Richard Colburn, Bobby Kildea y Chris Geddes (quizá se nos escapa alguno): todos ellos británicos multi instrumentalistas que con sus ornamentos y estilos le han otorgado a la banda desde sus primeros registros mucha personalidad y un estilo único en su clase, con un perfil muy discreto y sin dejar nunca de crecer y evolucionar.
Ahora que la agrupación comienza a asechar discretamente la barrera de los 30 años (wow, ¡cómo pasa el tiempo!) y que a sus espaldas llevan LPs, EPs, compilaciones, directos y sencillos que se miden en decenas desde hace rato, queremos rendirle un merecido homenaje a nuestra manera, dándonos un paseo por los paisajes urbanos y el universo emocional que tan bien pintan B&S en esos temas que acompañan nuestros días lluviosos y abatidos con la misma efectividad que sonorizan los soleados infectados de jovialidad, siempre flechando los corazones de esos «indie-kids» tristones que aman y encuentran constantemente la felicidad. No será fácil con tan basto repertorio, pero no podríamos hacer menos por uno de los nombres más adorados e influyentes de la label indie. ¿Nos acompañan?
1. Dirty Dream Number Two
The Boy with the Arab Strap LP, 1998
No es exageración: Belle and Sebastian podrá ser recordada por un montón de cosas pero si hay un atributo que dominan como muy pocos grupos lo han hecho es precisamente la manera tan natural con la que alcanzan esa aleación de sentimientos de tristeza/nostalgia con optimismo/comedia. Son los mejores de su generación en ello. «Dirty Dream Number Two» es uno de los mejores y más refinados ejemplos. Es una bellísima canción de instrumentación casi barroca y ejecutada con muchísima clase; sus ritmos enérgicos en midtempo y ese sintetizador estilo vintage acompañan la andrógina voz de Stuart que parece fundirse con el viento cuando entran los emotivos estribillos. Casi acarician el northern soul aquí. Y entonces, lírica y sonoramente hablando, la melancolía se abraza con el romanticismo antes de que la resignación bese la felicidad: excelso dualismo anímico.
Atención con ese interludio de Isobel Campbell cantando-hablando entre los violonchelos… Piel de gallina:
In a town so small there’s no escaping you/ In a town so small there’s no escape from view/ In a town so small there’s nothing left to do…
2. Electronic Renaissance
Tigermilk LP, 1996
Y hablando de cosas vintage… ¿Qué tal este traslado sónico al pasado para traerse de vuelta ese electro-pop de software primitivo con el que tus padres (o abuelos) se sentían en onda? El viaje debió haber sido agitado y el archivo se trajo un poco de polvo encima -o quizá es que la aguja sobre el vinilo ya está dando sus últimos rayones. Stuart debió quedarse estancado en una dimensión alterna desde donde nos canta con singular alegría; ese «limbo» donde se encuentra se ondea del minuto 00:21 al 00:50, cuando todo se desfigura sale de ahí ese audio de minimalistas estructuras y ya no hay cómo decirle al cuerpo que deje de bailar. Irresistible canción.
3. Like Dylan in the Movies
If You’re Feeling Sinister LP, 1996
Ese Dylan de las películas es precisamente Robert Zimmerman (Bob Dylan) en el documental Don’t Look Back (dirigido por D.A. Pennebaker), y este es otro tema de los escoceses con un apasionante estribillo y una línea de bajo sobresaliente. Como la letra lo sugiere al inicio, es perfecto para acompañar una larga y solitaria caminata de vuelta a casa, dejando atrás anécdotas y tropiezos para esperar el destino de un nuevo día. Y el cierre instrumental es algo especial, como un regocijo entre campanas.
4. Waiting fot the Moon to Rise
Fold Your Hands Child, You Walk Like a Peasant LP, 2000
En retrospectiva, Fold Your Hands… es uno de los discos de B&S que menos algarabía provocó en la crítica (y quizá también en sus fans), pero escuchando canciones como esta es difícil de concebirlo. ¿No es esta una de las baladas pop más bellas que han escuchado? Sarah Martin se luce en dulzura aquí, su timbre vocal suena tan suave e inocente, incluso como angelical, compartiendo las reflexiones existenciales de Murdoch en un clima no tan frío mientras ocurre el ocaso del día.
5. Stay Loose
Dear Catastrophe Waitress LP, 2003
El sexto álbum de los escoceses es más robusto y «limpio» en comparación a todas sus entregas anteriores, algo en lo que en gran medida contribuyó el productor Trevor Horn, desde luego. Esta nitidez también hizo que el pop de la banda se escuchara más amigable que nunca: menos lo-fi y menos folky también. Por eso, aunque los instrumentos utilizados aquí eran prácticamente los mismos de siempre, rolas como «Stay Loose» aparentan dar un giro sonoro importante aunque no precisamente apuntaban a una nueva dirección. La apuesta por lo oldie sigue firme pero ahora con una resonancia más luminosa y procesada, y este contraste más que contradictorio parecía darles una exótica condición dual que se volvió nueva virtud en ellos.
6. We Are the Sleepyheads
The Life Pursuit LP, 2006
Y cuando llegó The Life Pursuit una moderada mutación ya había ocurrido en la banda. El primer paso hacia ese pop más corpulento en Dear Catastrophe Waitress tres años antes dirigió a B&S a sentarse en una base mucho más solida y sobre la cual emergieron vibrantes pistas que ya se mecían de su característico indie/folk pop hacía el surf y el soul, e incluso cerca del glam rock por momentos. Todo esto y una mayor participación de otros miembros a cargo de las voces (Sarah Martin, Stevie Jackson) hicieron de este uno de los discos más completos en su repertorio, así como uno de sus más exitosos comercialmente hablando. «We Are the Sleepyheads» es un entusiasta ejemplo que amalgama todo lo dicho.
7. The Cat with the Cream
Girls in Peacetime Want to Dance LP, 2015
Después de casi 20 años de carrera a Stuart Murdoch por sin se le ocurrió escribir una canción sobre política. Dice que la idea vino después de las elecciones de Inglaterra en 2010, pues recordó cómo en esa jornada hubo una gran movilización social pero años después poco o nada había cambiado en el país en su opinión. Entonces, imaginó a una joven mujer de la clase alta, desinteresada en estos temas, sentada en una mesa de madera dentro de su costosa casa, bebiendo té y leyendo el periódico sin comprender (o sin importarle) mucho de lo que acontecía económica y socialmente allá afuera. Ella solo esperaba a un gran líder que apareciera en los reflectores para reformarlo todo en un dos por tres. Y listo: así surgió la armoniosa «The Cat with the Cream», que dicho sea de paso nos mostró que dos décadas después, ya en una fase más electrónica y sintética este grupo todavía era capaz de deleitarnos en este nivel folk con una hermosas melodías.
8. Sister Buddha
Days of the Bagnold Summer Soundtrack, 2019
Cuando el ahora septeto británico fue invitado a componer la banda sonora del filme Days of the Bagnold Summer (basada en la novela de Joff Winterhart) inmediatamente pensaron en una producción en la que cupieran nuevas composiciones junto a versiones de algunos viejos clásicos. «Sister Buddha» fue el más destacado ejemplar del primer grupo de pistas, elegido como single oficial además. Es la historia de un chico de vida alocada que busca huir de sus vicios, de «la excitación, las pastillas y el circo» para cambiar un poco su rutina del día a día.
9. Sleep the Clock Around
The Boy with the Arab Strap LP, 1998
Pongan atención: gaitas (instrumento emblemático de Escocia), trompetas, dos sintetizadores (uno rítmico y el otro ecualizado con barrido de frecuencia), una guitarra eléctrica y otra con cuerdas de nylon, cellos y violines así como un piano orgánico y otro eléctrico resuenan mientras, detrás de todo, el ritmo de esas elementales percusiones no cesa, y al frente protagonizan dos voces -masculina y femenina- cruzadas armoniosamente. Simplemente es inevitable no rendirse ante la inmejorable fundición de elementos que se manifiesta en este sofisticado chamber pop que roba suspiros y regula la serotonina.
«Sleep the Clock Around» es una de las composiciones más gloriosas de B&S y, dicho sea de paso, una de las mejores canciones pop de la historia. En lo que a lírica se refiere, Murdoch confiesa sus conflagraciones juveniles en referencia al síndrome de fatiga crónica que sufrió por tantos años, que lo llevó a dormir gran parte de su adolescencia (de ahí viene el título); y también abordó sus más recientes luchas contra el bloqueo literario que a menudo padece. El compás de sus cantos hace consonancia perfecta con el resto de la instrumentación y desde su fade in hasta el último segundo de su fade out el tema impulsa constantemente las ganas de trotar, avanzando como si el mundo entero estuviera esperando por ello. Escaparse no tan aprisa y con desahogo nunca había sido tan alentador, a pesar de las transiciones de intensidad que nos hacen virar hacia un par de direcciones distintas momentáneamente. Cualquiera de ellas apuntan al lugar correcto. Esto es terapia, arte paliativo para la vida.
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