Uno de los discos más extravagantes que esperábamos en el año llegó hace unos días de la mano de Danny Elfman, quien se anima en solitario -y sin película que musicalizar de por medio- por primera vez en más de 36 años. Nos referimos a Big Mess (y en algunos sentidos puede llegar a serlo).
El veterano músico usa ahora como fuentes de inspiración el entorno global, la pandemia y montón de reflexiones políticas y sociales de los años recientes en lugar de imágenes de una pantalla grande o un guion cinematográfico bajo la dirección de Tim Burton, Gus Van Sant, Sam Raimi o Henry Selick (por mencionar algunos). Y cuenta con la ayuda de Stu Brooks en el bajo y Josh Freese en la bataca para concretar estas 18 canciones (sí, dieciocho, leyeron bien) de resonancia orgánica-industrial, construcciones estrambóticas y emociones vinculadas a la ansiedad que te mantienen cerca de la confusión y el horror con cierto sentido del humor macabro detrás:
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