Squill es el pesado y sofocado proyecto musical de Lily Richeson, una chica que parece haber crecido mezclando en su reproductor, primero discos de grunge con shoegaze y luego, más adelante un poco de drone y un otro poco de folk con distorsión, para crear sus primeras grabaciones al más puro estilo DYI. Exótico es la palabra que describe su sonido, sin lugar a dudas.
Entonces de un disco a otro (Bury It, 2017 a Moon Sessions, 2020) pasamos del rock, la irreverencia y la electricidad hacia el indie pop de atmósferas, guitarras acústicas y ecos etéreos que se pierden lejanos. Esa voz de Lily es tan inocente y humana, con un timbre dulce y sedoso. Las baladas pueden llegar a ser tan frágiles y emocionales en un mood como tan ruidosas y contundentes en otro. De cualquier manera, muy difícil será que no te toquen el corazón a primera escucha.
Actualmente Lily tiene contrato con el sello Lost Sound Tapes y se encuentra editando sus lanzamientos en vinilo y cassette (muy ad hoc este formato para su resonancia). Y con ello esperamos que pronto esté deleitándonos con más material inédito, que nos invite a esa experiencia tan especial que hace del ejercicio de escucharle, haciéndonos sentir que estamos con ella, a un lado y dentro de un garaje con montón de cables cruzados alrededor. Cada grabación nos regala ese momento tan íntimo.
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