Son muchas las bandas importantes en la escena alternativa de habla hispana que han marcado época y creado fundamentos de una u otra manera, pero pocas (o quizá ninguna) como lo hizo Soda Stereo. Este grupo argentino más allá abrir un sendero basto para un infinito número de nuevos relevos generacionales, también se convirtió en toda una institución de la música, logrando incluso romper fronteras y extender su legado en algunos rincones del otro lado del charco.

No hay nada en la historia sobre este fantástico trío conformado por Gustavo Cerati, Héctor «Zeta» Bosio y «Charly Alberti» (Carlos Alberto Ficicchia) que no se haya dicho antes. No hay absolutamente nada que nosotros o alguien más a estas alturas podamos agregar sobre su obra y su herencia artística. Si acaso podríamos expresarlo de una manera distinta, pero el veredicto siempre nos llevará al mismo lugar: estamos hablando de una de las bandas americanas más importantes de todos los tiempos. Su camino iniciado en el rock en 1982 los llevó a incursionar -e innovar- en distintas expresiones como las del ska, el reggae, el pop, el post-punk y el shoegaze, constantemente con la mirada vanguardista hacia el confín de las nuevas tendencias, lo que los mantuvo siempre vigentes y al mismo tiempo con un sello tan auténtico que los hizo inconfundibles en su estilo y calidad.

Fueron siete álbumes de larga duración (unos muy distintos de otros) y una estrepitosa cantidad de singles, EPs y directos durante su primera y segunda etapa (después de su primera separación en el ’96) que les dieron demasiado de todo invariablemente, englobado siempre en éxito. Decenas de sus rolas son coreadas por viejos y no tan viejos así como por jóvenes y no tan jóvenes, y enfatizar en ellas sería una pérdida de tiempo pues ya se les ha rendido el reconocimiento merecido a través de los años. En cambio decidimos en este fugaz tributo estudiar al fenómeno fuera del reflector, alejados de los clichés, profundizando mejor en sus composiciones más íntimas y esenciales para entenderlo desde otra perspectiva, hasta las entrañas al monstruo que alguna vez se llamó Soda Stereo. Y estas son al menos nueve de sus momentos más clarividentes y soberbios dentro de los estudios de grabación:

 

1. Secuencia Inicial

Dynamo LP, 1992

Abrimos con algo de Dynamo por haber sido durante mucho tiempo (¡años!) el «patito feo» dentro de su discografía. Injustamente, claro. Fue el álbum incomprendido y audaz, el más experimental de su catalogo; y el del parte aguas en la búsqueda de nuevos sonidos en la banda en un futuro inmediato (mucho de este álbum también explica lo que Cerati haría como solista años después). Pero hoy en día el disco ya es considerado una joya que se venera tanto por los fans como por los no tan fans, por ser el más versátil y rico en sus matices dentro de diversos géneros musicales fusionados de manera impecable. Secuencia Inicial -que por cierto abre la producción poniendo la vara alta desde un inicio- exhibió su registro más shoegazing, influenciado por esa ola que se vivía en el Reino Unido a inicios de los 90s, ¿no lo creen? Temazo.

Mójate los labios y sueña…

 

2. Pasos

Sueño Stereo LP, 1995

Dynamo también sirvió para que el giro hacia el álbum Sueño Stereo no se sintiera tan drástico. Y es que ¿se imaginan saltar de Canción Animal directo a este, el último álbum de los argentinos? Hubiera sido cosa de locos, como escuchar a una banda desconocida. Algo así pasó con el anterior «disco incomprendido» por lo que los fans ya estaban mucho más receptivos a este, el que hoy es considerado por muchos el LP con el sonido más refinado y maduro de Soda.

Sueño Stereo es conceptual y ambicioso. También tiene un poco de magia. El trío argentino, a pesar de sus problemas de convivencia profesional a estas alturas, alcanzó otro punto álgido en su carrera y no había una mejor manera de decir adiós que esta. El tema Pasos suena a nostalgia con miras al futuro; parecía abrir nuevas sendas y nos separaba de lo cotidiano instrumentalmente hablando. Era la sedosa y surrealista cosmovisión pop de Cerati que para estos días se expandía hacia horizontes desconocidos.

 

3. Estoy Azulado

Nada Personal LP, 1985

Nos vamos a los 80s, al momento del impulso comercial de una banda que estaba sorprendida por la recepción de su segundo álbum de estudio (Nada Personal). Desde luego que hubo temas adentro que brillaron solitos y por encima de otros, pero ahí se quedaron algunos infravalorados como Estoy Azulado (que tiene un divertido juego de palabras en su lírica) con un sax exótico, un riff de guitarra ligera que parece flotar, y ese slap en el bajo de Zeta Bosio que sacude nuestra atención cada vez que aparece.

 

4. No Existes

Signos LP, 1986

Y qué decir de Signos, uno de sus álbumes más redondos, completos y chingones. Se nota a leguas lo influenciados que estaban por el post-punk así como que estaban medio refugiados en las sombras, dejando entrar pocos destellos de luz en el estudio. Ciertamente no eran del todo oscuros pero digamos que tampoco buscaban el resplandor. Rolas como No Existes tienen ese sentimiento preciso en el punto medio del dilema, como buscando respuestas de aliento en sus pesadillas. Había que plasmar con clase el dolor, la rabia, la ansiedad. Cerati confesó alguna vez que las letras fueron escritas en un santiamén, sin pensarlo mucho, y la construcción instrumental simplemente le dio más poder y retórica a su extraordinaria poesía. Es una canción de culto.

 

5. Corazón Delator

Doble Vida LP, 1988

Una de las letras más íntimas de Cerati con Soda; no le temía a hablar sobre las heridas que se marcan profundamente y que en los momentos más vulnerables quedan expuestas. Está inspirada en el The Tell-Tale Heart de Edgar Allan Poe y por mucho tiempo fue una de sus composiciones más preciadas (aún lo es, claro). Musicalmente es una de las instrumentaciones más limpias y refinadas que lograron dentro de su época ochentera. Una vez que empiezas a escuchar a Soda Stereo con temas como éste, ya no hay marcha atrás.

Un señuelo, hay algo oculto en cada sensación. Ella parece sospechar, parece descubrir en mi debilidad los vestigios de una hoguera. Oh, mi corazón se vuelve delator…

 

6. Entre Caníbales

Canción Animal LP, 1990

Solo personajes como Cerati eran capaces de expresar el deseo carnal y los bajos instintos sin estar ni siquiera cerca de caer en lo vulgar ni lo mundano (a excepción quizá de la caratula del disco Canción Animal, que no deja mucho a la imaginación sobre lo que ese par de leones hacían). Es una de sus rolas más eróticas y uno de los mejores tracks dentro de uno de los LPs más queridos entre sus fans.

 

7. Ángel Eléctrico

Sueño Stereo LP, 1995

Poderosa, titánica… Tanta fuerza instrumental nos ha hecho sentirlos más pesados que nunca. El sintetizador suena intachable, el bajo tiene un súper punch mientras que Charly Alberti se pone la capa de héroe con esa espectacular batería y su timbre bien sólido. Pero las guitarras… ¡esas guitarras! Es cosa de locos el agasajo de cuerdas y pedales desde el primer acorde. Suena brutal; todo caminando (o levitando) en perfecta armonía. Al final el resultado llega a ser un sofisticado monumento sonoro a la electricidad.

 

8. Crema de Estrellas

Sueño Stereo LP, 1995

Directo a la herida, no para sanarla pero sí para acariciarla y suavizarla. Crema de Estrellas es cósmicamente romántica y apasionada; su construcción es inteligente, finísima, y la atmósfera creada es tan interestelar como erótica. En casi cinco minutos Gustavo deja muestra de lo que es capaz con su lírica cuando se conectaba, otorgaba frases verdaderamente maestras entre un verso y otro. Esta canción por sí sola es otra muestra contundente de por qué Sueño Stereo es un gigante de disco.

 

9. En Remolinos

Dynamo LP, 1990

Dejamos para el final el viaje incorpóreo que representa En Remolinos. Todo un trance. Por respeto total al propio trío argentino que en repetidas ocasiones reconoció de manera unánime que es la mejor composición de Dynamo y una de sus favoritas en todo su repertorio (y para Cerati en particular simplemente es la mejor de Soda, como lo dijo en más de una ocasión).

Las referencias constantes a la geometría sagrada son su base lírica y conceptual. Su construcción eléctrica, más que generar un sentimiento de robustez y dominio genera un fulgor de energía inmaterial que hace de la canción una que no precisamente se guarda en un rincón de tu mente, sino que penetra en el inconsciente y trasciende de tal manera que te separa de lo terrenal para ir en busca de planos astrales. En cada momento es casi palpable ese místico halo de somnolencia y paz quimérica. El ruido detrás fue limpieza espiritual. Estaban floreciendo en distintos colores galvánicos; estaban viviendo el mejor sueño que habían tenido.

Gira el sol
Gira el mundo
¡Gira Dios!