De la etiqueta shoegaze han salido varias denominaciones, sobre todo a partir del nuevo milenio en el que el género sufrió una mutación (evolución, dirían algunos) hacia el nugaze, enriqueciendo y diversificando la pasión por el ruido y la melodía. Hoy quizá tenemos una de las más nuevas (o raras) subetiquetas con Blist Her: el grunge-gaze.

Esta expresión ha apuntado a la banda estadounidense en más de un foro de discusión entre melómanos y críticos shoegazers en la red, y quizá se le atribuye por su sonido pesado, robusto y con una influencia rocker sobre todo, característica de aquél movimiento proveniente de Seattle en los 90s. Entonces aquí tenemos quizá -perdón por los que no estén de acuerdo- a dos de las olas más representativas de aquella década, el grunge y el shoegaze, frente a frente, fusionándose:

El grupo de Iowa lleva poco con sus pedales enchufados, desde 2018 que lanzaron su primer grabación de estudio específicamente. El eco alternative-rock está ahí, la solidez de sus batacas lo refuerza e incluso las guitarras de repente evocan esa influencia casi palpable; luego llega la voz sofocada, afligida con el uso regular del reverb y esas características y soberbias distorsiones del noise-pop. Al final, el resultado es algo único, con sello propio.

 

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