Hace pocos días No Age publicó su nuevo álbum de larga duración, Goons Be Gone, el quinto de su carrera, que se sigue alargando por 12 años y contando. Esto es importante mencionarlo para comprender un poco sobre el sonido que hoy tiene la banda norteamericana.
Cuando iniciaron con Nouns en un ya lejano año 2008, el noise era fundamental para el eco de Randy Randall y Dean Allen Spunt, con claras bases del (nuevo) punk, sin duda. Quizá el mood indie rocker era algo que también les movía, pero siempre buscaron la agresividad de sus cuerdas eléctricas y una irreverencia sonora que se perfilaba más hacia personajes/bandas como Iggy Pop o The Walkmen que a The Black Keys o Arctic Monkeys, por ejemplo. Se podía decir también que en sus primeros trabajos les importaba más el ruido y la distorsión moderada, en ritmos agitados u optimistas, aunque nunca descuidaron la cadencia de sus canciones. Ahora siguen con eso, pero quizá cambiando proporciones o dosis, en algunos casos invirténdolas.
Escuchar este nuevo álbum nos muestra a unos No Age más melódicos, con especial atención a los ganchos. Claro que hay ruido (sobre todo en sus interludios ambientales entre algunos tracks) pero ya no predomina tanto como antes. Este es su nuevo sello new-punk que no parece ni tan nuevo ni tan diferente, pero que podrían ir «limpiando» cada vez conforme avance el tiempo. A algunos fans gustará, a otros no. Lo cierto es que ya no son tan agresivos como originalmente fueron.
Lo que no cambia es ese timbre orgánico, muy a la DIY en cada una de sus composiciones. Las guitarras siguen raspando pero con menor intensidad aunque no pierden protagonismo. Las voces siguen igual, intactas digamos. El trabajo de producción parece el mismo de siempre, entonces lo que cambia significativamente es que hay menos «rayitas» en el control de volumen cuando se conectan los pedales. Correspondrá entonces a cada fan evaluar si aprueban o desaprueban esta propuesta.
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