Stephin Merritt es un músico que no se traiciona a sí mismo en su estilo musical. No con The Magnetic Fields, su exótica banda con la que acaba de lanzar hace unos días su más reciente disco de estudio, Quickies. Una nueva colección de tracks aparentemente domésticos pero con mucha creatividad detrás y una exposición lírica cómica-inteligente por delante.

 

 

 

Nada menos que 28 tracks en la producción (sí, muchos de ellos de corta y cortísima duración). Historias de ficción y/o de la vida real, unas joviales y hasta absurdas, y otras más existenciales quizá, filosóficas o espirituales de repente. Instrumentalmente la banda no deja de explorar los matices oscuros pero amigables que pueden alcanzar, moderando su (a veces) luminosa resonancia de cuerdas con la lúgubre voz de Merritt, digna del neofolk más afligido. Pero el balance siempre es pulcro, calculado. Y el resultado es fino.

 

 

 

A pesar de tener tantas canciones, el disco nunca cansa y jamás se pierde el hilo conductor. Eso es muy común en las obras de The Magnetic Fields: son coherentes a más no poder. Sin duda, nuevamente como banda lucieron su buen tino y lo hacen conservando su esencia, conservando eso que sus fans conocen muy bien y vienen a buscar en ellos.

 

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