Formados en Zaragoza, España durante la segunda mitad de los 80’s por los prófugos de otros grupos Juan Valdivia (guitarra), Enrique Búnbury (voz, guitarra), Joaquín Cardiel (bajo) y Pedro Andreu (batería), los Héroes del Silencio comenzaron una fructífera carrera musical en una época en la que el rock buscaba una nueva generación de héroes de habla hispana, y ellos supieron colarse en los primeros planos de las preferencias desde muy temprano en su carrera contra la denominada «movida madrileña» de su país.
Es verdad que en su primer registro discográfico se presentaron en la escena (difícil de por sí viniendo de provincia en España) como un grupo que parecía estar inspirado en vertientes más cerca del new romantic muy acordes a las mutaciones que vivía el pop alternativo en su región en ese entonces, incluso con tímidos pasos cercanos al post-punk en algunas de sus canciones, sin embargo, no pasó mucho tiempo para que fueran alcanzando paredes más sólidas y pesadas en sus obras de estudio que los llevaron a dar saltos constantes del rock al hard-rock (e incluso al grunge ya al final), con una actitud y vigor intimidantes en su presencia escénica. Así entonces, con ayuda de algunos himnos juveniles como odas al sexo y la típica vida desenfrenada del rockstar, con poesía cruda y filosófica en su directa lírica fue que alcanzaron la cima del éxito comercial con millones de copias regadas por todo el mundo hispanoparlante (y en otros países europeos también, como Alemania donde se les recuerda con especial cariño).
Pero contrario a lo que pudiera pensarse, no fueron tantos años de actividad ininterrumpida los que marcaron la carrera de HDS. Apenas 11 aniversarios, 4 LPs, 1 EP, 5 discos en directo, dos incorporaciones tardías en su alineación (el mexicano Alan Boguslavsky y el español Gonzalo Valdivia, hermano de Juan), una primera ruptura y una gira de reunión antes de su separación definitiva en 2008, misma que hace poco fue reconfirmada por Búnbury, poniendo el último clavo al ataúd de las esperanzas de sus fans por ver a la banda reunida una vez más. Por eso creemos que su catalogo está sellado y podemos ahora dar un repaso a sus composiciones más afortunadas, tratando de no alejarnos lo más que podamos de los clichés:
NOTA: Después del estreno del documental Héroes: Silencio y rock and roll, se ha rescatado información importante que recomendamos tomar como complementaria de esta nota, en nuestra reseña.
1.- Tesoro
El Espíritu del Vino LP, 1993
Podría decirse que fue en 1993, con el disco El Espíritu del Vino que los Héroes del Silencio alcanzaron SU sonido, ese que durante cinco años (desde su debut en escena) estuvieron construyendo; porque fue sin duda en este tramo de su carrera donde se les escuchó más completos (tuvo que ver la llegada de un segundo guitarrista) a pesar de su heterogeneidad: precisos en su rock pesado pero también experimentando; y del caos encontraron algo o mucho de armonía. También estamos hablando de un muy buen trabajo de producción (gracias Phil Manzanera) e instrumentación en su discografía (junto a Avalancha, claro), por lo que pequeños «tesoros» como este tema son pizcas de ese clímax creativo del que hablamos. Esta es una agridulce balada de corta duración -para no correr el riesgo de que se vuelva más dulce que agria- abonando un número más al repertorio de las letras impúdicas y eróticas de Búnbury y compañía, con un delicioso juego de cuerdas que se alzan en un emotivo estribillo. Es una chulada de canción, como se dice en México.
2.- No Más Lágrimas
El Mar No Cesa LP, 1988
Y si bien El Espíritu del Vino puede ser la confirmación de HdS con su propia esencia sónica, para muchos fans más románticos de la banda española es El Mar No Cesa, su álbum debut, el que los ha hecho lucir más finos y, digamos, «alternativos»; aunque también exhibe su vena más pop y por alguna razón es el álbum que más ha envejecido de todos (tendrán que ver los timbres de sus percusiones, muy ochenteros). Lo cierto es que está lleno de temas memorables como «No Más Lágrimas» que mostraba de cierta manera en aquellos jóvenes españoles la capacidad de dar vertientes teatrales a sus canciones, condición que desarrollarían con más ambición posteriormente («La Herida», «Flor de Loto», «En Los Brazos de la Fiebre»). La letra estaría haciendo referencia al desconcierto y la desolación en el duelo después de la muerte, ajena o propia.
Esta es una de sus firmas más emocionales, sin lugar a dudas, que creemos suena aun mejor en su versión remasterizada de 2006 (una disculpa anticipada a los puristas del sonido):
3.- Hechizo
Senderos de Traición LP, 1990
Claro que hablar de Senderos de Traición, el segundo y más popular álbum de la banda nos refiere inmediatamente a «Entre Dos Tierras» y «Maldito Duende», pero como se los dijimos antes en este conteo no quisimos caer en clichés y mejor preferimos rescatar otros temas de este LP que son igual de buenos. Por ejemplo, «Hechizo», la rola más cercana al duende, no solo por su pureza rockera sino también por lo obvio de su lírica que no deja nada a la interpretación al compartir los «viajes» alocados bajo los efectos de los estupefacientes de unos rockstars que llevaban una vida llena de excesos.
A propósito: podría considerarse a Senderos de Traición, líricamente hablando, como el disco menos metafórico y el más directo de los héroes. Temas precisos como «Maldito Duende», «La Carta», «Con Nombre de Guerra» y por supuesto «Hechizo» son ejemplos de lo que debió ser su etapa de más «pereza poética», con las escrituras más frontales de Búnbury con esta banda.
4.- Flor de Loto
El Espíritu del Vino LP, 1993
Es una de sus rolas con más significados e interpretaciones, y aquí repasaremos algunas. Siendo Búnbury un amante de la filosofía hindú y de las culturas asiáticas en general, es viable hacer referencia a lo que en ellas la flor de loto simboliza: la belleza, la perfección y la gracia así como la pureza del cuerpo y el alma. En la India, además de representar la fertilidad, el conocimiento y la divinidad (asociada con la diosa de la abundancia, Maha Lakshmi) la flor de loto también es un emblema nacional. Y en Egipto, por ejemplo, se usaba para referirse a Rá, el dios del Sol, para representar la salida y ocaso de este astro pues la flor de loto solo se mantiene abierta de día. Todo esto tendría gran afinidad con Búnbury después de sus conocidos recorridos y experiencias espirituales por Asía, «cruzando los Himalayas, entre la India y Nepal, pasando por Katmandú, los lagos de Pokhara en busca de nuestra flor de loto» como solía rezar en sus conciertos.
Hay otra versión que nos remonta también a un viaje en particular de los españoles por tierras asiáticas, en el que Enrique habría adoptado a una pequeña niña en la India, la cual apadrinó. Y esta canción estaría dedicada a ella, describiéndola como si fuera su flor de loto precisamente por su gracia y su pureza. No se sabe precisamente cuál de todas estas interpretaciones sea la verdadera (o quizás hay algo de todas) pero lo que no va a cambiar es que este track lanzado como single en 1994 es una de las edificaciones instrumentales más vigorosas y complejas de la banda, así como uno de los momentos cumbres en la voz de su excéntrico vocalista.
5.- La Chispa Adecuada (Bendecida 3)
Avalancha LP, 1995
Aquí no pudimos resistirnos a los clichés, es casi imposible con este temazo. Una de sus canciones más famosas fue la continuación de una trilogía de rolas llamada «Bendecida» (por eso entre paréntesis tiene ese título, que haría alusión a Beneddeta Mazzini, ex de Enrique). Es líricamente un choque entre poesía y crudeza muy interesante, al más puro estilo de Búnbury en esta etapa de su carrera. Podría ser la historia de un encuentro sexual más, de rutina, en el que alguien terminará perdiendo su virginidad; y se narra desde la espera por la llegada de ella hasta la despedida para no volverse a ver nunca más. También podría ser la despedida de un amor. El acompañamiento sonoro perfecto es una suave balada de guitarras geniales por parte de Valdivia, que culmina con una controlada explosión que rememora a un sentimiento de fatalidad y aflicción. Es de las consentidas de los fans y también de los no tan fans.
6.- Agosto
El Mar No Cesa LP, 1988
Perfecta para la noche en el mar, para sentir la arena y la brisa entre los dedos. Esta es una fina balada rápida de pop jangle (si cupiera la expresión) en la que Juan Valdivia se luce de elegancia con esos gentiles arpegios que nos guían en todo momento. Sí, es de las guitarras más sublimes que la banda tuvo en su catalogo. En general el tema no tiene un sonido contundente ni necesita altos decibeles para trascender pero hay algo en «Agosto» que se siente extrañamente poderoso y además revienta estadios cuando suena -no muy a menudo- en sus conciertos, sobre todo con ese «wooo hoo hoo hooo» en el último estribillo (no pregunten por qué pero algo tiene).
7.- Opio (Ganges Vals Version)
Rarezass LP, 1998
Prodigioso el momento en que Juan Valdivia y Joaquín Cardiel encontraron esos malditos riffs. Es la fuerza de esa cadencia cargada de electricidad lo que te atrapa desde el comienzo y ya no te suelta. «Opio» es el mejor ejemplo que HdS tienen para mostrar los alcances en el rock cuando lo pesado y lo melódico se conjugan en armonía. Su mística letra (con referencias a la obra El Jardín de las Delicias del Bosco) aborda la estimulación de las neuronas bajo los efectos de una pipa y sus aromas, y la incitación del cuerpo cuando goza de las libertades que la mente le otorga. Son los efectos narcóticos de los pinchazos a la memoria para perderse en pensamientos y reflexiones estancados en el tiempo: todo se vuelve trascendental, valioso, fundamental…
Es, en otras palabras, el siguiente nivel que la banda alcanzó al hablar de lo hipnótico y surrealista del consumo de drogas, que hizo de repente que «Maldito Duende» y «Hechizo» se sintieran como intentos amateur al lado de esta tremenda obra (específicamente de la versión del Ganges Vals incluida en la compilación Rarezas de 1998).
8.- La Espuma de Venus
Avalancha LP, 1995
Uno de los poemas más selectos de los zaragozanos; y quizá también es la canción de los héroes en la que menos suenan a ellos mismos (diversas influencias sonoras y un mayor grado de experimentación en el prog-rock, puede ser). Lo cierto es que es la más excelsa representación literaria sobre el erotismo y la pasión carnal que Búnbury pudo lograr. «Senos de clavel, curvas mieles…» se refiere a Venus, la diosa del amor que representa la belleza y que su «oleaje» y su «espuma» derivan de su nacimiento de una concha en el fondo del océano después de que Cronos cortara los genitales de Urano y los arrojara al mar.
Es una canción romántica al estilo de los héroes, con oscura retórica y una abisal instrumentación, y una producción particularmente atmosférica que abraza lo arcano.
9.- La Sirena Varada
El Espíritu del Vino LP, 1993
Pero a ver: si vamos a hablar de poemas, lo que de verdad se dice POEMAS hechos canción, entonces todas las demás deben abrir paso y hacer reverencia a La Sirena Varada. Esta es la firma literaria y musical más ilustre de los héroes, soberbia y espléndida por igual, inspirada en la obra de teatro del mismo nombre, del director español Alejandro Casona (1934) que aborda las legítimas y desesperadas ambiciones de algunas personas por querer escapar del mundo real y de toda su objetividad para refugiarse en la fantasía. En esta novela, el personaje principal llamado «Sirena», que sufre de amor por el líder de una villa en la que no quiere habitar más, decide escapar y vivir al margen de la sociedad para adentrarse en el profundo mundo de los sueños.
En la mitología clásica, las sirenas -seres mitad pez y mitad mujer- son descritas como las que te encadenan o te atan con sus hermosos cantos, te arrastran al mar y ya no te dejan regresar. Y Búnbury en un santiamén de clarividencia encontró las referencias perfectas para crear una de las letras más poderosas y gloriosas de su vida, adaptando la obra de Casona a su estilo, dibujando su propia sirena entre espirales de derrota y suplicio después del intento fallido por ser feliz, quedándole como único consuelo el deseo de volver al océano para ocultarse de la cruda realidad y ampararse de toda materialidad. Quizás allí, en el fondo de los sueños, con ayuda de su imaginación y unas cristalinas guitarras eléctricas podrá dejar atrás el desconsuelo para por fin descansar en paz.
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