¿Recuerdan el fugaz paso de O.Children en la música? Su incursión en la escena alternativa, específicamente dentro del movimiento post-punk iniciando la década del 2010 fue una de las revelaciones más centelleantes que ha visto el género en su etapa reciente, y significó además un estímulo para los grupos independientes que en el comienzo del auge de la era digital soñaban con abrirse camino en el revival de esta etiqueta musical.
Digámoslo de otra manera: lo que esta banda inglesa representó para algunos con su debut para el post-punk solo podía compararse en el pasado reciente con lo que logró Interpol cuando se presentaron al mundo en 2001. En ambos actos se respiró cierta esperanza como no se podía pensar en esos años de muchas dudas para el género. Sin embargo y en comparación, el caso de O.Children pasó mucho más desapercibido por la prensa y solo pocos lo valoraron en su momento.
Punto aparte y dote particular era su parco y enigmático frontman, Tobias O’Kandi que no solo parecía revivir a Ian Curtis en sus cuerdas vocales con un estilo más siniestro, sino que además se posaba con personalidad y porte dignos de sus antecesores en la época dorada del movimiento, una actitud más auténtica que parecía haberse perdido en las nuevas generaciones de bandas en el siglo XXI (con honrosas excepciones, claro).
El músico y cantautor londinense con ascendencia nigeriana ya había dado avisos previos en la música años atrás. En 2006 fundó su primera banda formal, BoNo Must Die (no era muy fan de U2 que digamos) con la que saltó desde lo subterráneo a la ola new-rave de Lóndres, aunque nunca alcanzó una firma con un sello. Tampoco pasó mucho para que Bono los demandara y ganara, por lo que O’Kandi y compañía tuvieron que cambiar su nombre a Orphans FKABMD, para luego desintegrarse en 2008.
De esa ruptura se mantuvieron unidos Tobias y Andi Sleath, quienes el mismo año reclutaron a dos miembros nuevos, Gauthier Ajarrista y Harry James para formar O.Children, tomando su nombre de la canción de Nick Cave and the Bad Seeds (en su álbum doble Abattoir Blues / The Lyre of Orpheus). Según O’Kandi, «O Niños» representaba para ellos una experiencia hiperbólica de la vida cotidiana, las cosas simplemente sucedían para bien aunque no siempre para ellos, decía. Y rápidamente lanzaron su primer demo, Dead, que incluía su aclamado single «Dead Disco Dancer» y otro track llamado «Dead Eye Lover» (que no logró colarse al LP debut).
Desde entonces y a pesar de que todo parecía ir viento en popa para esta gran promesa del dark pop, los problemas y altibajos en la vida de Tobi serían una constante, lamentablemente. En esos años debido a un altercado casual que tuvo con las autoridades mientras viajaba en un tren en Inglaterra, al revisar su estatus migratorio se dieron cuenta que desde los 7 años que entró al país no había renovado su visa (ya habían pasado 15 años), por lo que su estancia era ilegal. Unos días encerrado en prisión y la amenaza de ser deportado a Nigeria donde no tenía un solo amigo ni familiares, fue uno de los momentos más angustiantes que había vivido hasta ese momento. De alguna forma este episodio fue expuesto entre líneas en el segundo disco de la banda, Apnea, que llegó en 2012 sin el mismo impacto entre sus fans pero curiosamente fue más aceptado por la prensa; y es que no era una obra despreciable en lo absoluto (con muy buenas canciones aisladas, de hecho).
Entonces surgió el misterio. Justo después de esto fue que -inexplicablemente en ese entonces- la actividad del grupo cesó y esa luz vislumbrante que los mantuvo visibles en la oscuridad, de repente se apagó. Nada, ninguna señal. Nadie volvió a escuchar de O.Children ni rondaron muchas explicaciones de lo que había pasado, por casi siete años…
Fue a finales del 2018 que sorpresivamente en las redes sociales de la banda un revelador mensaje por parte de Tobias fue publicado para sus fans. Y aquello fue tan estremecedor como mirar a un fantasma que parecía volver del más allá a traer consigo las respuestas que hacían falta:
De acuerdo a los rumores de internet, o bien morí o fui a la cárcel…
La verdad es que tuve un colapso nervioso después de lidiar con severos problemas de salud, físicos y mentales, que me llevaron a tomarme un descanso de la música.
Por años había estado tratando mi depresión. Antes era capaz de escribir sobre eso e incluso lo celebraba y volvía a vivir mi vida normalmente. Sin embargo, hace dos años fui atropellado por un carro y me dieron por muerto en la calle. Salí de eso con dos costillas rotas, un tobillo fracturado y un crónico y permanente dolor físico. Durante mi rehabilitación las personas que creía eran cercanas a mí desaparecieron y tuve que soportar el que probablemente fue el más solitario proceso de rehabilitación conocido por el hombre.
Casi un año después de eso gané un semi total control de mi cuerpo otra vez. Y recibí la noticia de que mi hermano había muerto inesperadamente. No pude asistir al funeral. Esta noticia me puso en un espiral cuesta abajo que resultó en un colapso nervioso. Me sometí a tratamiento para recuperarme después de haber sido diagnosticado con TEPT (trastorno de estrés postraumático) y depresión.
Me tomó un tiempo para volver a estar «saludable» (aún trabajo en eso), lo suficiente para regresar y hacer lo que amo: hacer música para mí y para ustedes. Después de los accidentes, las muertes y las crisis no pensé que iba a ser capaz de volver a tomar un micrófono, de estar solo escribiendo y terminar una canción. Todo esto cambió con el nacimiento de mi hija: ella es mi camino, mi inspiración, mi todo.
Desgarrador mensaje, les decíamos, y anonadados quedaron propios y extraños. Por fin todos comprendimos lo que había pasado con uno de los actos más prometedores del post-punk en este nuevo milenio. No más secretos ni rumores, tampoco rencores, solo fortaleza a partir del abatimiento y un renacimiento con aflicción:
Así que damas y caballeros, me gustaría anunciar que O.Children como lo conocieron ya no existe. Pero si quieren acompañarme en una nueva aventura, por favor conozcan mi nuevo proyecto: Okandi (trabajo en progreso).
Así entonces podemos confirmar que Tobias O’Kandi ha vuelto. Pudo haber estado perdido en tiempo y espacio, refugiado en los rincones más desolados entre las sombras, encadenado a las pérdidas, a las decepciones y la desestabilidad mental, aislado en un incesante dolor. Pero no habría sido todo en vano. Entre las cenizas y profundas reflexiones debió emerger un nuevo fuego gracias al impulso de una luz en su vida que le incita descubrir el sentido de la misma. Hoy está de pie y después de lo todo lo que vivió será difícil que lo derriben otra vez.
Será por demás interesante seguirle la pista de cerca en esta nueva travesía, en esta segunda oportunidad. Nuestro vaquero del darkwave (como él se autollama) tendrá mucho en su mente y corazón que canalizar a través de sus nuevas eclécticas y ojivales fusiones sonoras, acompañadas de ese recóndito registro crooner y con las que seguramente nos hará vibrar nuevamente en la oscuridad.
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