Un informático y músico de nombre Noah Rubin acaba de desarrollar un nuevo programa que es capaz de registrar todas las melodías musicales posibles en el mundo, tomando notas desde una escala básica de una octava para convertirlas en numero, y dejarlas a disposición del público. ¿Qué tal?
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De acuerdo a Rubin, se pueden crear al menos 300, 000 (trescientas mil) melodías por segundo, y una vez que algunas de ellas (o todas) llegan a ser grabadas en el dispositivo de las personas, pasan a tener copyright, ya que todas las composiciones (68 millones aprox.) se suben previamente al portal de dominio público All the Music LLC. A este proyecto se unió el abogado y también músico, Damien Rieh, quien asegura que con esto se evitará -o al menos se reducirá de manera significativa- el número de demandas que hay al año entre compositores por plagio, incluyendo los casos de «copia subsconsciente», como le han llamado jurídicamente en algunos casos.
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Algunos críticos o especialistas han declarado que este algoritmo de inteligencia artificial vendría a terminar con los derechos de autor tajantemente, en la música, claro. Por otro lado, el propio Riehl reconoce que uno de los problemas a los que este programa se enfrentaría sería que, como solo puede haber un número finito de melodías, será cada vez más probable que conforme pasen los registros y llegue una nueva canción se parezca mucho a una ya existente (si no es que la replique). Por eso él y su compañero idearon la técnica de «fuerza bruta» para producir las melodías, que genera todas las combinaciones posibles mezclando absolutamente todos los caracteres existentes.
Creemos que normalmente los músicos empiezan a escribir sus canciones a partir de una hoja en blanco, pero esto no es verdad, de hecho. Hay que componer tratando de evitar sonar a las canciones ya escritas para así sacarle la vuelta a las demandas. Si tienen suerte van a escoger una melodía que aún no ha sido utilizada, pero si no, escogerán una que se ya se había usado aunque nunca la hubieran escuchado antes.
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