Aaron Maine es una de las voces más distintivas del pop en esta década. Su personalidad reflejada en su arte también lo es. Porches es un escaparate ambicioso en el que puede alcanzar la introspección y la reflexión a través de la música, incluso cuando encuentra momentos agónicos y melancólicos en su andar. Su más reciente disco, The House, refleja un poco de todo eso.
Es un tracklist (14 títulos) compulsivo inmerso en la electrónica minimalista. Cuando juega con synthpop no puedes evitar las ganas de bailar a solas pensando en los ochentas aun no hayas vivido en ellos. También hay romanticismo merodeando sus letras. Es un álbum tan DIY como sofisticado que puede atrapar a los fans de los últimos The Drums y de Boy George por igual. Esa es la excentricidad conceptual de Maine que no da un paso en falso en cada composición, que no claudica ni mucho menos pierde la fe en su propia perspectiva.
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