Créanlo o no, King Gizzard and the Lizard Wizard anunciaron para este año al menos cuatro discos de estudio (se rumora que podrían ser cinco). Se dice muy fácil pero sin duda no será nada fácil para la banda australiana llegar a la meta, aunque sí lo prometieron es porque seguramente saben que pueden lograrlo.
Esto significa que llevan puesto el pie en el acelerador desde hace un tiempo, con disco tras disco desde su formación hace poco más de siete años, y su creatividad en estos momentos está al tope (mas no al límite, afortunadamente). La primera entrega llegó hace unos días con Flying Microtonal Banana y la psicodelia experimental en modo indie rocker de baja fidelidad ya suena en muchos rincones de la red. Stu Mackenzie, líder del proyecto, no le teme a los desafíos de crear, sin parar, pista tras pista como si fuera cualquier cosa, y mucho menos al hecho de caer en la monotonía, ni sonora ni conceptual. Es por eso que tenemos al menos aquí una colección súper colorida y variada de nueve tracks juguetones, sucios y alucinantes. Otra condición a destacar es que la agrupación contó con dos baterías así que bien deben de imaginarse la experiencia que esto sugiere a los fans al momento de seguir sus ritmos.
Este álbum es reto no tan fácil de superar para los amantes del krautrock que aprecian las sutiles dosis de acid jazz y la siempre hipnotizante psicodelia de guitarras lunáticas:
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