Filósofa del arte y compositora de lúgubres canciones, Natasha Luna es una de las cartas independientes del Perú más interesantes que hemos escuchado recientemente. Y no es que estemos hablando de una nueva o emergente propuesta, de hecho fue a partir del 2005 que comenzó con su travesía polifónica y hasta la fecha son ya tres álbumes de estudio los que ha editado (y un par le han merecido distintos premios y reconocimientos internacionales), siendo el más reciente, Carcasse (producido por ella misma) el que nos ocupa hoy.
Lo que más llamó mi atención en esta producción de 12 sombríos tracks fue la aparentemente sencilla pero bien lograda instrumentación que a través de melodías y letras bien profundas te atrapa fácilmente, como veneno lento, y sin arrastrarte pero sí jalándote suavemente te lleva a lo más profundo de los deseos secretos de Luna como si fuera una cueva cálida en el invierno. Muchos juguetes de viento, predominando el cello y la viola que de la mano con el piano y la voz seducen en las sombras, en lo frío, en la desolación. Por momentos me hace pensar en un cabaret acústico que podría entonar Amanda Palmer, y en otros episodios me recuerda a Fifteen Years Old (también peruana) recitando su poesía musical a la noche.
Luna en lo más melancólico y abatido de la música clásica en modo darkwave contemporáneo, como en un cabaret, con lírica fuerte y certera, y un sonido que arrulla la mente de pensamientos siniestros. Sin duda alguna una obra digna de colección pero sobre todo de especial atención y repetidas reproducciones como tragos al vino en cada nota.
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