Es sabido por todos que Urban Hymns fue la obra que, si bien para pocos fans clavados no representó lo mejor en la discografía de The Verve, sí proyectó internacionalmente a la banda de Richard Ashcroft y la elevó hasta las nubes de la fama. Está por demás decir que una ‘sinfonía agridulce’ fue pieza fundamental para ello, y que el disco es de lo más redondo dentro de la rica etiqueta del britpop y de la música alternativa en general.
La tercera ficha de los ingleses que en su momento -y por mucho tiempo después- parecía sería la última de su carrera está llena de perlitas como «Sonnet», «The Rolling People», «Space and Time» y «This Time», por mencionar algunas, cuenta además con una súper producción muy ad hoc para un sonido que marcaba un cambio importante para los de Wigan que venían de una senda más atmosférica y en algunos casos ruidosa, casi shoegazer, de abstracta electricidad espacial. Pero, ¿sabían que el LP estaba originalmente destinado a abrirse camino en la radio y televisión con un sencillo que a última hora fue descartado, y que extendería el tracklist a 14 títulos y no 13 como quedó finalmente? Pues sí: este sencillo era una canción para los amantes… pero aparentemente no para The Verve.
Ashcroft escribió «A Song for The Lovers» en las sesiones originales del Urban Hymns pero sin razón aparentemente justificada en aquél entonces, no pasó los filtros. Aunque todo tuvo sentido poco tiempo después. Está claro que él ya veía venir una ruptura en su banda y, sabiendo que este tercer álbum que acababan de grabar era casi perfecto y tanto productores como managers auguraban un éxito seguro, decidió guardarse un poderoso as bajo la manga (la canción para los amantes) para lo que ya estaba planeando en su futuro musical a corto plazo. Además, pensó que «Bitter Sweet Symphony» cumpliría con las tareas de difusión de los ‘himnos urbanos’ sin problema alguno. Así entonces A Song for the Lovers, el bellísimo single fue estrenado años después, en abril del 2000, con un video de estilo narrativo en donde vemos al buen Richard como solista y de larga melena en una habitación de hotel, descamisado, haciendo llamadas telefónicas peligrosas y cantando en off algunos extractos de la canción que posteriormente formó parte de Alone with Everybody, el primer álbum del cantautor británico en junio de ese mismo año.
Al día de hoy nos queda la gran incógnita al imaginarnos qué hubiera sido de esa emblemática producción de The Verve si se le hubiera agregado «A Song for the Lovers» al tracklist definitivo (y si hubiera desplazado a la sinfonía agridulce como sencillo oficial). Hay quienes aseguran que si el disco ya de por sí era una bestia, con este single se hubiera transformado en un monstruo capaz de comerse vivo a cualquier melómano en cada reproducción. Por otro lado, está la corriente más purista y romántica de fans y críticos que aseguran que hubiera «desencajado» en un todo que ya estaba perfectamente embonado y que, probablemente, lo hubiera estropeado.
Alejándonos de las especulaciones y aceptando las cosas como son, debemos reconocer que el tema de todas maneras fue un éxito y abrió una nueva década para la música británica que estaba ávida de clásicos inmediatos que le diera a la escena la reputación que creía perdida. Creemos que la canción de todos los amantes lo logró en su momento, y Richard protagonizó un afortunado episodio más de nuestra época y que se ha quedado ahí como un hermoso recuerdo… para siempre.
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