Para todos aquellos que en Colima quisieron festejar su primer Feliz No Cumpleaños de una forma distinta a lo habitual, la noche del 30 de noviembre del 2012 era una excelente oportunidad para hacerlo. El viejo conocido Idols Bar ya tenía sus puertas abiertas desde las 20:00 horas, con las bebidas enfriándose desde mediodía y con un escenario listo para ser abordado por los jaliscienses Technicolor Fabrics que, por primera vez en estas tierras, vendrían a celebrarles de la única forma en que ellos saben hacerlo.

Pero antes habría tiempo para amenizar la velada y de eso se encargó tempranamente Cés Enríquez. Su tornamesa cobró vida poco después de las 21:00 horas entre temas de The Jesus & Mary Chain, Cocteau Twins, Yo La Tengo y un buen bloque del Lesser Matters de The Radio Dept., creando un mood ‘indie’ perfecto para acostumbrar al público que poco a poco se iba haciendo presente.

Poco después se comenzaron a calentar los motores cuando 12 Monos (que ahora se presenta como trío) subió al escenario para compartir sus nuevos temas de autoría propia, con ese rock alternativo que ha estado sonando de manera muy activa recientemente en los diferentes escenarios locales, y como ha sido costumbre en ellos últimamente, también se dieron el tiempo de jugar un poco covers de sus bandas preferidas.

Con estos invitados especiales fueron casi dos horas de una fórmula que dio resultado para que, antes de la medianoche, el recinto estuviera casi a tope; con algunos esperando cómodamente en sus mesas rodeados de bebidas y cigarros y con otros que no perdieron tiempo en tomar el mejor lugar justo abajo del escenario, de pie.

Así entonces, de repente aparecieron Abraham, Daniel, Juan Pablo y Raúl cerrando filas y tomando cada uno su instrumento favorito, declarándose listos para comenzar con su set mientras los flashazos de las cámaras dejaban ver por momentos un escenario que todavía no estaba iluminado.

Abrió “Fueron Sonidos” con un sueño casi acuático en su introducción, dándole entrada a un potente bajo y cantos a doble voz que llevaron a un pequeñísimo interludio dentro del tema que fue aprovechado para saludar amigablemente a Colima, acto que tuvo como respuesta un caluroso grito del público.

Era de suponerse que poco a poco aparecerían los temas consentidos de la banda, como “Nunca Nada”, que despertó ovación de inmediato al ser reconocida por esas baterías divertidas que juegan a la par con los teclados, entrelazados en guitarras que sonaban bastante bien –casi como en su versión de estudio- y que hicieron que por primera vez en la noche los cientos de presentes participaran cantando cada nota con sus brazos apuntando hacia el techo.

Después de seis piezas, llegó el punto medio del concierto, por lo que, entre cambio de instrumentos y algunos de los músicos hidratándose, se agradeció de forma especial a los organizadores del evento por haberle puesto un nombre más a la lista de estados que esta joven y relativamente nueva banda ha visitado en los últimos años dentro del país.

Para la segunda mitad del show se volvió a enganchar a la audiencia con canciones como “Nuestro día”, uno de los más complejos e interesantes del set; con puntos donde se dio una interesante fusión de instrumentos en una saturación bien llevada, junto a redobles de batería en los estribillos que disimuladamente sometían; la britpopera “Otoño”, lenta y sin prisa –algo que se agradeció debido a la similitud de ritmos en los temas anteriores que a más de alguno les hizo pensar que el concierto se volvía monótono- así como “Ideas”, presentada categóricamente por Juan Pablo:

«¿Les ha pasado que se sienten como si nadie nos entiende? Esto es ‘Ideas’.”

Pudo percibirse como un tema instrospectivo para la banda, pues la entrega en su interpretación fue notable y sobresaliente, comparándola con las anteriores.

Acercándose el final salieron las más comerciales de TF: “Fénix”, “Frequency” y “Todo”, con elegantes riff de guitarra que se reproducían en consecuencia de las palmas, gritos y cantos sincronizados del público; con un interludio tardío bien acústico y un encore que fue incitado por la petición de la gente que pedía “Otra, otra”.

Así, después de despedirse en por lo menos tres ocasiones durante las últimas piezas, la cuarta fue la definitiva y casi en fila india cada uno de los integrantes fueron abandonando el escenario mientras las luces del mismo se apagaban.

Todo aquello terminó de la misma manera en que había comenzado. Ahora tocaba que los tapatíos convivieran de cerca con sus fans en la firma de autógrafos y venta de mercancía.

Sin duda alguna muchos felices no cumpleañeros festejaron su día de una forma muy peculiar en un viernes por la noche en la calurosa Colima; gracias a una buena iniciativa que se ha presentado en la escena con el pie derecho y nos promete a cada uno de nosotros más fiestas similares en cualquiera de nuestros próximos 364 días del año en los que antes no solíamos festejarnos.

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